2-mar-24: Conversación en torno a la muerte

La muerte es parte de la vida, tan natural como el nacimiento o el crecimiento y, sin embargo, nos cuesta hablar de ella. Álvar Velasco, Rebecca Lemaire y Sergio Collazo tienen experiencia en acompañar a personas que se enfrentan a su muerte o al dolor por la de un ser querido. Ellos nos ayudaron a tener una conversación serena, sin tabúes ni miedos, sobre la muerte.

Para que todos nos sintiéramos confiados y cómodos, no registramos nada de lo que allí hablamos. Por eso no hay fotos ni vídeos como en otras ocasiones. Cada uno se llevó de aquella sesión una impresión, una imagen, una reflexión, quizás algún conocimiento. Eso esperamos. Quiero compartir aquí algunas de las sensaciones que yo me llevé.

Mi primera impresión es de enriquecimiento, pero diré que no tanto por la propia conversación como, sobre todo, por el antes y el después. El antes porque tener esta sesión en el horizonte me animó a leer y reflexionar sobre un asunto del que, en general, nos ocupamos poco. El después porque la sesión me ha permitido continuar hablando sobre ello en los días posteriores y seguir reflexionando. Probablemente lo que ha aflorado después ha sido lo más fructífero de la sesión.

Del antes, comparto aquí un par de libros que me ayudaron a pensar detenidamente sobre la muerte.

«Sendino se muere» es un escueto relato de las últimas semanas de la doctora Sendino. Pablo D’Ors, que la asistía espiritualmente, aceptó la tarea de convertir en libro las anotaciones que ella tomaba durante su proceso. Me interesaba mucho leer lo que una médico, acostumbrada a tratar la enfermedad, el sufrimiento y la muerte ajenas escribía cuando ella misma se convertía en enferma y debía afrontar su muerte. El texto está impregnado de una religiosidad que, aunque no comparto, también me interesaba: cómo esas creencias aportan consuelo a quien las tiene. Anoté algunas frases que, en realidad, versaban más sobre la enfermedad avanzada que sobre la muerte. Hago aquí una selección de algunas. Aclaro que no siempre estoy de acuerdo con lo que estas frases significan, pero me incitan a pensar en aspectos en los que no me había detenido antes.

Sé fuerte -me dijeron algunos, muchos, poco antes de darme algún resultado negativo-. Pero no se puede exigir fortaleza al enfermo; más bien hay que darle razones para que la tenga. A este respecto viene muy bien recordar la etimología de la palabra enfermedad. «In firmitas»: aquel que no se puede sostener en pie por sí solo.


Dejarse ayudar supone un nivel espiritual muy superior al del simpe ayudar. (…) Pero nadie que no haya ayudado a sus semejantes sabrá dejarse ayudar cuando llegue el momento.


el enfermo necesita hablar de su enfermedad. Hablar de la propia enfermedad ofrece al enfermo la ilusión de que la puede controlar (…) el enfermo necesita hablar mucho más que escuchar.


la enfermedad no implica sólo dolor físico, sino la progresiva desaparición del horizonte de los demás, también de los seres queridos.

En este sentido, en el de la enfermedad avanzada, en el del acompañamiento a alguien que se muere, me resultaron muy interesantes las aportaciones de Sergio (claro, las opiniones y experiencias de un médico que se dedica a cuidados paliativos, que asiste a cientos de personas al año en sus últimas semanas o meses de vida sólo podían ser interesantes y esclarecedoras). Y también una de Charles: ¿cuál es el papel de un voluntario que acompaña a alguien que se está muriendo? Ninguno. No tiene un papel técnico, no tiene un papel de apoyo espiritual. Su papel es estar. Estar ahí. Estar cerca. Estar junto a la persona que se muere. Me parece que «estar» es ya una ayuda fundamental. Y ese «sólo estar» enlaza con el papel que tenemos, o deberíamos tener, como acompañantes en un funeral. De eso, entre otros aspectos, habla el siguiente libro.

En «Vivir con nuestros muertos» Delphine Horvilleur, rabina que se dedica a acompañar a quienes han perdido a un ser querido, aborda la relación que tenemos con nuestros difuntos. De nuevo, el texto está impregnado de religión, esta vez el judaísmo en lugar del cristianismo (pero, de nuevo, que no comparta sus creencias no significa que no pueda aprender de ella). Este libro sí está más centrado en la muerte, en cómo transformar la muerte en una lección de vida para los que se quedan. Este era un tema que, esperaba yo, se trataría con cierta profundidad en la conversación. Hay un buen número de frases y de experiencias relatadas en este libro que me parecen inspiradoras y que no dio tiempo a compartir. Dejo aquí unas (muy) pocas y mi recomendación de la lectura de este libro (insistiendo en que no en todo lo que en él se afirma estoy de acuerdo).

que en nuestros entierros se nos permita no ser reducidos a nuestras muertes y transmitir cuán vivos estuvimos en vida


no contar la vida a partir del final, sino a partir de lo que en ella se creyó sin fin


saber decir todo lo que fue y lo que podría haber sido, mucho antes que decir lo que ya no será


(en hebreo…) la vida de cada persona se cuenta antes que nada por lo que ésta haya hecho nacer

Algunas de estas frases evocan en mí los versos que recitó Carlos Andreoli como su resumen de la sesión que transcribo aquí:

Si pensamos que hoy hay gente que está muriendo
y otra que está naciendo
qué otra cosa es
que un dejar a los otros
para que continúen
lo que nadie termina

De otros libros he extraído menos aprendizajes, aunque su lectura quizás pueda servir a otros. Aquí los dejo: Morir, de Cory Taylor. Pintar la muerte, de José Antonio Ortiz.

Sobre la sesión diré que creo que lo mejor de ella está por venir. Como decía más arriba, hemos continuado hablando y reflexionando los días siguientes a la conversación (estas mismas líneas son prueba de ello). En ese sentido, cumplió su papel de inspiración, de semilla.

Quisimos que la conversación fuera lo más abierta posible (es decir, dejar que Álvar, Sergio y Rebecca fueran los iniciadores y animadores del diálogo, pero permitiendo que éste fuese orientándose hacia donde los propios asistentes quisieran sin ser nosotros quienes lo dirigieran). Como consecuencia se trataron con más tiempo algunos temas (por ejemplo las experiencias personales en torno a la vida después de la muerte) y otros ocuparon menos espacio (cómo aprender, si es que se puede, a afrontar la muerte propia y la de los seres queridos y cómo eso puede ayudarnos a vivir mejor).

La muerte es un misterio para todos. En la primera ronda de intervenciones pareció claro que para unos significa final y pérdida; otros, sin embargo, la ven como un reinicio, una transición hacia algo mejor, una liberación. De ambas posturas se habló, aunque tengo la sensación de que faltó tiempo para hablar sobre cómo los que la consideramos un final podemos afrontarla con menos miedo. Quizás sea tema para otra conversación.

Para el interrogante de la muerte no tenemos respuestas, sólo inquietudes, creencias, intuiciones… Pensábamos que compartir esas inquietudes y creencias (cada uno las suyas) podría ayudarnos a disfrutar con mayor intensidad de la vida, esta vida que, al fin y al cabo es la única que tenemos ahora. Es con eso con lo que yo me quedo, con pensamientos como el que Rebecca compartió: recordar, sin obsesionarse, que ese té que te estás tomando podría ser el último te ayuda a saborearlo con mayor intensidad; recordar, sin ansiedad, que ese beso a tu hijo o a tu pareja podría no repetirse quizás te ayude a sentirlo con más pasión. En ese sentido, también me llevo la aportación de Álvar: en realidad uno se prepara (o debería prepararse) para la muerte durante toda su vida. O, en otras palabras que mencionó Charles: vive la vida de forma que tus últimos quince minutos en ella sean los más felices.

(Las aportaciones que he mencionado de varios participantes no son literales, son mi interpretación de lo que recuerdo que mencionaron. Espero haber sabido captar la esencia de lo querían decir.)

En resumen, fue una tarde intensa de la que salí con cierta sensación de desasosiego, con cierta decepción por no haber tratado en profundidad temas que me parecían importantes. Sensaciones que, en las horas posteriores, han ido mudando en más positivas gracias a poder compartirlas con otros asistentes, a pensar en lo vivido con algo de detenimiento, a escribir estas reflexiones, a percibir, en fin, que todo el proceso (la preparación y la conversación) sí han dejado un poso en mí. Espero que también en otros.

4 comentarios sobre “2-mar-24: Conversación en torno a la muerte

  1. Ha sido un placer disfrutar de esta conversación y de Granada 😉.
    Muchas gracias por la invitación y un abrazo enorme a todos.
    Tened presente que para lo que pueda ayudar aquí me tenéis.

  2. Muchas gracias Alberto por compartir tus impresiones, que traen recuerdos de lo que para mi fue una velada en la que pudimos disfrutar de la belleza de compartir nuestra humanidad. No sé en cuánto pudimos quitar el velo del miedo a la muerte, pero al menos lo corrimos durante un rato para poder mirarla y hablar tranquilamente sobre ella, y eso para mi tiene mucho valor.
    Me encantan tus reflexiones, al leerlas vuelvo a nutrirme de pequeños aportes, perlas, que fueron surgiendo durante la reunión.

    Es un auténtico placer participar en iniciativas tan valientes y necesarias, contad conmigo para las que vengan amigos.

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